Soy un fatalista y lo admito desde ahora. No importa si hablamos del medio ambiente o del medio cultural pues ambos escenarios los veo con la misma óptica (ustedes deciden si confiar en mis ojos con miopía). Pero justo por eso me gustan, porque el cambio siempre está presente. La historia evolutiva de los seres vivos y del pensamiento humano son iguales, ya que no es ajeno a la evolución. No sólo ocurre en los humanos; si nos dejamos de antropocentrismos vemos que en poblaciones sociales (por ejemplo, las eucomunidades de abejas o bonobos, ejemplos sobran), el comportamiento como reflejo del conocimiento individual adquirido por la experiencia de vida desde una perspectiva neurobiológica pura -a mi criterio, claro está- es decisivo para no morir. Parece exagerado de primeras, pero no lo es.
Hay pensamientos más interiorizados que otros y suelen ser los que más impactan en nuestro desarrollo diario. Son incluso más fuertes y desgastantes que las rutinas, llevándonos a una monotonía, a un monocultivo extensivo que ha dejado el suelo infértil. En la agronomía proveniente de algunas culturas que resisten aun en nuestros días, se entendía a la perfección la necesidad de ciclar cultivos, de abonar la tierra, de estar atentos al cambio de estación para empezar a sembrar tal o cual cultivo.
Cuando se hace esto, el resultado es un suelo vivo, un suelo preparado para albergar nuevas plantas. No importa cómo las obtengas. A veces las trae el viento, otras algunos insectos. Aunque soy amante de esquejear –sinónimo Pedir prestada indefinidamente una planta- soy consciente que obtener una planta desde semilla es más enriquecedor para tu entendimiento de jardinería.
Si les echas una mezcla más o menos improvisada, es muy seguro que esas semillas de tomate germinen en siete u ocho días, tal vez no estarás seguro de si eso verde que vez ahí son las hojas del tomate -probablemente serán los cotiledones-, a veces las ansias nos traicionan y las confundimos con alguna asteraceae, gramínea o algo que seguro sabríamos si adquirimos la habilidad de traducir en pasos las claves taxonómicas. Uno elige si la trasplanta a maceta o tierra, si la abona o la desecha si la consideramos “maleza”.
Pero cuando ves ese primer par de hojas pinnadas y compuestas –que, a expensas de ignorar la sistemática, me recuerda al helecho “Pata de conejo o de tarántula” de mi amigo Mau– no hay duda. Te metes nuevamente a leer sobre cuándo trasplantar. Como los jitomates tienen muchas semillas y una alta tasa de germinación en interior, probablemente te agobiarás buscando macetas pues te topaste con que debes trasplantarlos pronto para evitar que compitan entre ellos y se resten unos a otros su crecimiento. Si te ves decidido a darle a cada uno de ellos su cuidado, prepárate para lavar todas las botellas de refresco, cajas de leche, latas y hasta bolsas que encuentres porque las dos macetas que de barro que compraste hace unos días no te van a servir de mucho.
Si el bolsillo y la emoción son grandes, puedes buscar cómo nutrir más a tus plantas en la sección de fertilizantes de algún texto bueno por donde se vea de la Universidad de Chapingo y seguramente tendrá su apartado de abonos orgánicos que, aunque implican tiempo, resulta un tema atractivo si la química no es lo tuyo.
Si tu planta es fuerte, cuando lleguen las heladas no tienes de qué preocuparte, pero sí debes estar atento a que no se llene de plaga pues en época invernal muchos parásitos proliferan -Para saber si un insecto afecta o no a su planta de tomate, lea el capítulo de “Comunidad ideal”, ya sea en la sección “Economía” o “Ecología de invertebrados”-.
La organización parece ser cada vez más importante pues las tareas de jardinería exigen una planeación que crece al mismo ritmo que crecen las ganas de plantar más y más plantas. Algunas serán más difíciles de hacer que germinen y crezcan sanas, pronto te darás cuenta que necesitas cambiar el tipo de tierra que estabas usando, el tamaño de las macetas, pero no será hasta que te atrevas a notar que cada planta tiene un ritmo distinto de crecimiento debido a su origen genético y condiciones de donde la sembraste.
Si entiendes estarás en jardinería a la mitad del camino.
Rúben R.